La organización del maratón más frío del mundo, el North Pole Marathon, ya lanzaba un aviso capaz de quitar las ganas de participar a los más inconscientes: "Primero tiene usted que preguntarse si tiene el nervio y el temple para viajar al Polo Norte y correr por un suelo helado de metro y medio de grosor, sobre el gélido Mar Ártico. Después si sería capaz de soportar un frío extremo, si está usted realmente en forma y quiere probarse al límite". Sólo 26 osados tuvieron agallas para decir sí a todo, entre ellos un asturiano con métodos de entrenamiento heterodoxos que logró llegar a la meta en cuarta posición.
Fernando González, de profesión estibador en el puerto gijonés de El Musel, fue la única representación española en una de las carreras más duras del mundo y consiguió un meritorio resultado a pesar de que no le resultó fácil tomar parte de la aventura. Además de sacar tiempo para entrenar 120 kilómetros a la semana y no contar apenas con esponsorización para sufragar los gastos (participar cuesta unos 12.000 euros), tuvo que agudizar el ingenio para adaptar su preparación al rigor del frío que le esperaba. La solución: correr sobre una cinta en el interior de la planta frigorífica de una empresa de conservación y almacenamiento de alimentos, a 30 grados bajo cero.
Si bien las condiciones al aire libre en el Polo Norte son mucho más complicadas, el corredor debía comprobar la respuesta de su equipo y de su cuerpo en pleno esfuerzo a muchos grados bajo cero. Y es que la carrera, con un recorrido circular de 42 kilómetros, discurre en el entorno del punto geográfico del Polo Norte, sobre la base polar Barneo, a una temperatura de entre -25ºC y -32ºC.
Desde su primera edición en 2002, el North Pole Marthon es la prueba homónima en el hielo del durísimo Marathon des Sables, que discurre por el desierto del Sahara. El precursor de la carrera, fue el maratoniano irlandés Richard Donovan, que la emprendió en solitario en 2002 y en el 2003 ya le siguieron 10 corredores. Poco a poco, la North Pole ha ido incrementando la participación. El pasado mes de abril llegó a su sexta edición.
Los corredores tuvieron que hacer frente a la distancia, el frío y las condicionantes geográficas de esta remota región, con rachas de viento helado capaces de provocar la congelación y peligros como la eventual fractura del suelo helado. De hecho, de las ediciones celebradas, la de 2010 fue la más exigente y peligrosa por las temperaturas de hasta 37º bajo cero, vientos de 45 km/h y una grieta que partió en dos la Base de Barneo, aunque sin consecuencias.
El principal problema a tan baja temperaturas incide en la posibilidad de sufrir sofocos por el exceso de ropa. En esas circunstancias el sudor se puede congelar y desembocar en una hipotermia. Por otra parte, el avituallamiento resulta vital. La alimentación debe ser a base de geles que, en ningún caso, se deben congelar, pues una ‘pájara’ a tan baja temperatura resultaría muy peligrosa.
Fernando no logró estar en el podio por apenas unos minutos pero tuvo el mérito de permanecer desde el principio en el selecto grupo de corredores que dominaron la prueba desde el principio. Ya en los 10 primeros kilómetros, la prueba se convirtió en una lucha de tres. El ruso Dmitry Mamadaliev, un ex paracaidista de las fuerzas especiales se puso primero al paso de los primeros 10 km; el húngaro Istvan Toth y Fernando González, le seguían de cerca. Pero las posiciones cambiaban con frecuencia. A medio camino Toth desarrolló una ventaja de cinco minutos sobre el ruso y el español, pero de cerca le seguían el Luxemburgués John Braun y el británico Meter Van Der Berg.
Finalmente Toth se llevó la gloria y la carrera con un crono de 4 horas, 54 minutos con más de 10 minutos sobre Braun, segundo, que sólo se impuso a Mamadaliev por dos segundo. González llegó a la meta en solitario a cuatro minutos del ruso, con un tiempo de 5 horas y 9 minutos.
(font: La Vanguardia Digital, 17-6-2011)
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